domingo, 4 de marzo de 2012

Moran (Marcha fúnebre arequipeña)





“LA MARCHA DE MORAN”

Refiere la tradición arequipeña que mientras Trinidad Morán era conducido al patíbulo por sus captores y acompañado por el pueblo empezó a sonar una marcha fúnebre. Esta pieza bautizada como marcha Morán ha sido desde entonces la melodía oficial que acompaña a los restos mortales de militares caídos y personajes celebres en su trayecto al sepulcro; siendo hasta hoy una de las marchas más antiguas y populares del ejército peruano.
Sobre esta marcha el ilustre historiador Jorge Basadre dijo: Encarna ella el homenaje tardío, el inútil respeto póstumo, la postergación del bueno y del apto, la tristeza de esta república atolondrada

General Div. José Trinidad Moran


Nació en El Tocuyo el 26 de noviembre de 1796. Fueron sus padres José Gregorio Morán y María del Rosario Manzano. Transcurrió su infancia y primeros años de la adolescencia en su ciudad natal, donde aprendió las primeras letras bajo la guía de sus padres.
En estos años eran frecuentes las reuniones en su casa, entre los amigos de su padre, para discutir e intercambiar ideas sobre los acontecimientos que sucedían en Venezuela y el mundo. Estas tertulias iban creando conciencia política en el joven José Trinidad y su hermano.
Los acontecimientos del año 1.812 y la arremetida del realista Monteverde en el suelo larense, persiguiendo a toda persona considerada enemiga, lleva a la familia Morán a trasladarse hacia Trujillo en el año 1.813. Al tener conocimiento de que Simón Bolívar se encontraba allí durante el recorrido de la Campaña Admirable el señor Morán le ofrece sus hijos para servir al ejército, es así como los hermanos Morán ingresan al Batallón Quinto de la Unión, iniciando así una larga participación en la vida militar.
José Trinidad Morán, participó en numerosas batallas entre los años 1.813-1.814: en Taguanes; en Bárbula (30 de septiembre); en las Trincheras (3 de octubre); en Vigirima (25 de noviembre); en La Puerta (3 de febrero); en San Mateo (25 de marzo). Acompañó al Libertador Simón Bolívar en la emigración a Oriente en el año 1.814.
En Aragua de Barcelona es designado Subteniente del Batallón Girardot Es allí donde conoce a Antonio José de Sucre, quien era Mayor del Batallón Cazadores de Cumaná,  con el cual estableció una estrecha amistad.
Después de la pérdida de la Segunda República en 1.814, viajó con Bolívar a Cartagena y combatió contra las fuerzas enemigas, hasta llegar a la ocupación de la capital neogranadina.
Luego es hecho prisionero y después de cierto tiempo logró escapar e incorporarse nuevamente al ejército patriota. Al respecto, el historiador Reinaldo Rojas (2.002), comenta: “Como dato curioso de su vida, a Morán le tocó vivir acontecimientos muy particulares como patriota y revolucionario independentista. Hecho prisionero en el Cauca,… es incorporado por los españoles al batallón del Rey, donde se mantuvo de servicio por varios meses. (p. 83).
Más tarde, tuvo una brillante participación en la liberación de Ecuador en Batallas como Yaguachi y Ambato; este último con resultados desfavorables para los patriotas. En sus Memorias Morán comenta lo siguiente: “Emprendí, al galope, con cuarenta hombres por el centro de la llanura: rodeado a poco de enemigos que pretendían cerrarnos el paso matando con mi propio sable a algunos de ellos, salvé al General y a varios oficiales del Estado Mayor…”(Guinassi, Morán, p. 81), luego es enviado al Perú junto a  Sucre, y participa en las gloriosas Batallas de Pichincha, Pasto, Corpahuaico y Ayacucho; actuaciones éstas que le hicieron merecedor de ascensos y reconocimientos en su carrera  militar.
En el mismo campo de la Batalla de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1.824, fue ascendido al grado de Teniente Coronel. Allí se sella la Independencia de Perú y quedan prácticamente terminadas las acciones militares por la independencia. Luego se residenció en el Perú, en la ciudad de Arequipa, contrajo matrimonio con Rafaela Zereceda Zacometa, en el año de 1.825; participó activamente en la vida política del Perú, hasta su muerte ocurrida el 3 de diciembre de 1.854 en la misma ciudad.
Durante algunos años residió en paz en Arequipa volviendo al servicio activo cuando en 1834 los generales Gamarra y Bermudez se sublevaron contra el presidente provisorio Luis José de Orbegoso. La ciudad de Arequipa, bajo el liderazgo del general Domingo Nieto y el clérigo Juan Gualberto Valdivia, se pronunció en defensa del orden constitucional, aceptando Morán el comando del Regimiento Libres formado por la ciudadanía arequipeña (18 de enero de 1834). Las fuerzas revolucionarias al mando del coronel Miguel de San Román provenientes de Cusco y Puno arribaron a las inmediaciones de la ciudad en abril de 1834.
El primer combate tuvo lugar en Miraflores (2 de abril) siendo el encuentro favorable a los arequipeños sin embargo el combate de Cangallo (5 de abril) les fue adverso por lo que el ejército de Nieto hubo de abandonar la ciudad y embarcarse en Islay con dirección a Arica. Hecha la paz por efecto del Abrazo de Maquinhuayo, el comandante Morán retornó a Arequipa.
Cuando se produjo la revolución del general Felipe Santiago Salaverry a quien secundo Gamarra, Morán se mantuvo leal a Orbegozo, quien había solicitado la ayuda de Andrés de Santa Cruz, en ese entonces presidente de Bolivia, para pacificar el Perú. Ascendido a general comandó la división peruana en la batalla de Yanacocha donde Gamarra fue derrotado. Dio posteriormente su apoyo a la Confederación Perú-Boliviana (1836) creada por Santa Cruz tras derrotar a Salaverry.
Durante la Guerra con Chile, la Confederación Argentina y los restauradores peruanos, el general Morán dirigió una audaz expedición sobre costas chilenas en la cual capturó las islas Juan Fernández, hostilizó diversos puertos y capturó dos mercantes. A su regresó a Lima en diciembre de 1837 fue homenajeado por el protector Santa Cruz. Desconocido el Tratado de Paucarpata por el gobierno chileno y reiniciadas las hostilidades, el general Morán hizo la campaña de Yungay, donde combatió con distinción en el puente sobre el rio Buin y finalmente en la batalla de Yungay en la que los restauradores chileno-peruanos obtuvieron una victoria decisiva y que significó la caída de la Confederación.
El nuevo gobierno peruano presidido por Agustín Gamarra (1839) dio de baja y borró del escalafón militar a los oficiales que sirvieron a Santa Cruz y el proyecto confederal, entre ellos figuraba Morán quien entonces regresó a Arequipa donde se encontraban su esposa e hijos.
En 1854 se produce la sublevación de Castilla contra Echenique, Morán en comunicaciones con Domingo Elías, caudillo civil de la revolución, habíase dirigido a Lima para unírsele pero cuando se encontraba en dicha ciudad el presidente Echenique lo ganó a su causa ofreciéndole hacer reconocer por el congreso sus grados de General de División y Brigada.
Al mando de una división gubernamental el general Trinidad Morán marchó a Arica y de ahí a Moquegua via Tacna, donde derrotó completamente a las tropas de Elías quien se refugió en Arequipa, ciudad que se había pronunciado por la revolución.
Acompañado por el general Vivanco intentó sin éxito tomar por asalto Arequipa, Vivanco fue herido y su tropa dispersada mientras que Morán, comprendiendo lo imposible de la victoria, y tras combatir quince horas se entregó prisionero con sus hombres al prefecto Francisco Llosa. Poco después fue visitado por Domingo Elías y seguidamente por un escribano y un confesor. Tras realizar su testamento y confesarse fue fusilado en la plaza de armas de la ciudad.
Según testimonio del propio Elías, fue la presión del pueblo arequipeño la que le obligó a fusilar a Morán, sin embargo esto fue desmentido categóricamente por el fuego de Morán, el doctor Buenaventura Zereceda, quien nueve días antes del combate había llevado a Elías una carta de Morán en la que este le proponía evitar la efusión de sangre, a lo que Elías contestó en voz alta ante todos los presentes: "Dígale usted a Morán que se rinda porque de otro modo no se le dará cuartel si cae prisionero y será fusilado o ahorcado cinco minutos después de que se le tome". Refiere también el cronista arequipeño Juan Gualberto Valdivia, quien fuera amigo personal de Morán, que varios vecinos notables de la ciudad se dirigieron a suplicar a Elías que se abstuviera de fusilar a Morán a lo que este siempre respondió negativamente.
Tras su ejecución el 3 de diciembre, curiosamente aniversario de la Batalla de Corpahuaico en la que Morán se distinguió, fue enterrado en el cementerio de Yanahuara, de donde paso después a la iglesia de Cayma hasta que a mediados del siglo XX sus restos fueron repatriados a  Venezuela en una solemne ceremonia cívico-militar.